lunes, octubre 24, 2011

Al fin me pronuncio: Conflicto Estudiantil en Chile

Me parece negligente de mi parte no haber hecho alusión a este asunto en lo que va del conflicto estudiantil. Si bien repruebo y condeno los desmanes y vandalismos que han acompañado a las multitudinarias marchas pacificas a lo largo de Chile; considero que no son nada en comparación a lo que históricamente los ciudadanos han hecho cuando se hallan molestos por algo. Si omitimos los manchados antecedentes históricos del ser humano (manchados con sangre), podemos comprender el porqué de la violencia que algunos grupos minoritarios llevan a cabo una y otra vez escudándose en las multitudes al fijarnos en la historia de segregación que tiene este país:
En Chile es prácticamente imposible encontrar a un ejecutivo tomándose una cerveza con el conserje que hace el aseo en la oficina.
En Chile es prácticamente imposible que el hijo del ejecutivo vaya al mismo colegio que el hijo del conserje.
En Chile es prácticamente imposible que ambos vivan a menos de dos barrios de distancia.
En Chile es muy difícil que el hijo del ejecutivo termine de conserje y el hijo del conserje termine de ejecutivo, sin importar lo estúpido que sea el hijo del ejecutivo, y sin importar el esfuerzo y capacidades del hijo del conserje.

Este determinismo tan marcado dependiente de la cuna en la que se nació es el hecho que molesta a mucha gente, y que provoca en otros sectores un sentimiento de impotencia tan grande que la frustración deviene en violencia.

¿Cómo se podría entonces eliminar la violencia en las manifestaciones?
Mejorando el sistema educativo desde el punto de vista cualitativo y de manera sistémica.
La idea sería que, aunque a muchos les pese, que el hijo del ejecutivo vaya al mismo colegio que el hijo del conserje, porque el colegio al cual va el hijo del conserje es la mejor educación que se puede encontrar en el país. Para lograr esto la única manera es que al conserje le salga gratis enviar a su hijo a ese colegio. Logicamente, como dijo nuestro "iluminado" presidente, nada es gratis, y por eso las familias que puedan pagar, deberían pagar con cargas impositivas. ¿Porqué esto? Porque muchos ejecutivos mienten respecto de su situación económica para aprovecharse de los sistemas de becas, pero al único ente que no se puede engañar es al servicio de impuestos internos.
¿Porqué no pueden entonces los privados hacerse cargo mediante copago, concesiones o subvenciones?
Porque la calidad debe ser la misma en el colegio de los hijos del ejecutivo y el conserje, que en el colegio al que el campesino y el del hacendado mandan a sus hijos. Ningún privado buscando el lucro se haría cargo de un colegio rural de ocho estudiantes, y esos ocho estudiantes merecen la misma calidad que los capitalinos.
En adición a esto, cuando el lucro es el verdadero objetivo, la educación deja de serlo, y no faltarán los inescrupulosos que no exigen a sus alumnos o que los exigen demasiado, a fin de que pase el siguiente pronto o tenerlos eternamente pagando. La educación es parte esencial de un proyecto de vida, y en el momento en que a alguien se lo estafa con "mercadería defectuosa" nada podrá nunca jamás devolverle los años de juventud mal invertidos. En resumen la educación de calidad es un derecho para todos los habitantes de Chile. ¿Pero porqué es un derecho? No podemos conformarnos con afirmaciones que suenan bien y podrían llegar a ser populistas. La educación es un derecho, y quizás el más importante luego del derecho a la vida, pues es lo único que garantiza la igualdad de oportunidades. Después, que cada quién se rasque con sus propias uñas.
Todos somos diferentes (viva la diversidad), y las recompensas que reciben las personas deben ser proporcionales a su responsabilidad, efectividad y esfuerzo (ojo, proporcional, no exponencial como hoy en día). No obstante, la única manera de garantizar que esa diferencia sea realmente justa, es la educación, que debería garantizar que todos partan igual de aventajados.
¿Y qué pasa con la libertad de elegir adonde pongo a estudiar a mis hijos?
La verdad es que les pido a todos quienes piensan así que reflexionen (ojalá no se cansen mucho), cuál es la libertad de elegir colegio que tiene una madre soltera cesante en un barrio marginal acerca de donde poner a sus hijos. No tienen libertad, pues actualmente la libertad está condicionada única y exclusivamente al dinero, y de ese modo, sus hijos irán a un peor colegio y por lo tanto tienen más probabilidades de mantenerse pobre por generaciones.
En resumen, esa libertad es libertinaje, pues se ha conseguido a costa de los abusos sistemáticos que ha cometido una casta sobre otra. Porque en Chile no hace sentido hablar de clases sociales, sino de castas, y en la peor de sus aplicaciones.
¿Es todo esto malo en sí mismo?
No. Sencillamente la endogamia de la casta gobernante (por el aislamiento histórico del Reyno de Chile y lo impresentable que resulta que la señorita se case con un roto), ha provocado su evidente desgaste y debilitamiento, y la segregación que ellos mismos fomentaron ahora les traiciona pues ya no tienen nada en común con el chileno promedio, sino optaron por ser un país dentro de otro país, vivir una realidad ideal y ajena, que les impide comprender en lo absoluto a sus "súbditos", dificultando hasta lo imposible cualquier tipo de comunicación efectiva. A eso hay que sumarle un rígido e hipócrita catolicismo que les impide ser grandes incluso en la maldad, forzándolos a una existencia ciega, culposa, tibia, hipócrita y mediocre. Su apego a lo estático de sus dogmas culturales y religiosos les impide afrontar los desafíos que los tiempos que vivimos exigen a las naciones, impidiendo la adaptación a nuevas situaciones. El problema de esto, es que lo que no se adapta, tarde o temprano, colapsa.
Por lo tanto, tenemos una clase gobernante perpetuada y decadente, amparada en un sistema que dificulta enormemente que el talento verdadero, independientemente de donde venga, sea potenciado y aprovechado de manera provechosa para el país.
Ese es el verdadero problema, la manera en que se obstruye la potenciación de la sociedad, el engrandecimiento de la nación, la posibilidad de aprovechar los saltos cuánticos y el potencial surgimiento de grandes personajes, sólo porque un grupúsculo de inútiles (no muy subversivos sino que derechamente inoperantes), quieren seguir al timón cueste lo que cueste y sin mérito alguno más que el linaje, que les proporciona oportunidades que el resto no tiene, o el oportunismo se los parásitos que se unieron a la institución adecuada en el momento justo.
El problema no es la justicia o injusticia del modelo, sino cómo se desperdicia el talento para perpetuar una estirpe débil, debilitando de esta manera a la nación en su totalidad, en vez de buscar su engrandecimiento.