martes, marzo 02, 2010

El Terremoto Moral Chileno

Muchos parten con un clichè: "Chile es un país sísmico...". En esta ocasión quiero partir con otra frase prefabricada: "Chile es un país solidario".
Acabo de escuchar (Televisión Nacional de Chile 23:00 aprox.) un testimonio de un caballero en Talcahuano, una ciudad que fue devastada por el Tsunami. Decía que el Chile auténtico yacía latente bajo nuestras narices, que lo real es lo que ocurrió durante estas noches en las ciudades de la región del Bío-Bío: vecinos peleando a balazos por apoderarse de lo que el otro tenía, en vez de compartir. Eso, dijo él, es la consecuencia de la mala manera o ausencia total de educación de gran parte de la población.

Ese hombre, desde la claridad que sólo es capaz de otorgar el infierno, desnudó completamente la realidad nacional, pero tendemos a hacer la vista gorda a aquello que no deseamos ver.

La realidad es completamente opuesta a la del país solidario. Éste, el "Lado B" de Chile, consiste en una horda de individuos que son completamente insensibles al sufrimiento ajeno y que está dispuesto a cualquier cosa en contra de quien sea con tal de obtener provecho para sí mismos.
El terremoto, más allá de ser un hecho tan ominoso que es imposible de describir con nuestro lenguaje, fue una rasgadura en la cáscara de hipocresía en la que nuestro país se escudaba para poder mirarse a sí mismo sin sentir náuseas.

Es necesario reflexionar entonces sobre la educación. La fracción más importante de la educación que recibe un ser humano es la que recibe de sus padres durante los primeros años de existencia.
Es esa precisamente la que está fallando. Actualmente nadie enseña a sus hijos explicando porqué algo es bueno o porqué algo es malo, y es frecuente que se transmita a las nuevas generaciones valores totalmente trastocados. Sin ir mas lejos, se entrevistó a un padre que estaba saqueando junto a su hijo y se le preguntó cuál era la justificación para robar descaradamente algo totalmente superfluo e innecesario para la supervencia. Por respuesta se tuvo "Es pa' sobrevivir no más". Se le insistió en que eso no era un motivo, que no estaban robando víveres, y se les pidió una justificación válida, y se obtuvo la misma respuesta ciega e idiota, idéntica palabra por palabra, con una incapacidad total de profundizar en la argumentación.

Puerto Príncipe fue devastado por un terremoto que fue 800 veces menor que el ocurrido en Concepción (De hecho, me parece que mi propia ciudad, a cerca de 600 kms del epicentro, fue afectada con una intensidad más o menos similar o incluso superior al sismo haitiano y el saldo fue de un puñado de edificios con daños y aproximadamente 4 muertos). Los infantes de marina chilenos que fueron desplegados en Talcahuano venían regresando de Haití. Al entrevistarlos manifestaron que la gente acá era más difícil de controlar que en Haití, y que se hallaban profundamente decepcionados de sus propios compatriotas. Sin embargo, destacaron que la gente realmente humilde (pescadores, campesinos, etc.), que durante la dictadura tuvieron relaciones antagónicas con las fuerzas armadas, ahora se alegraban profundamente al verlos y colaboraban activamente con ellos, a diferencia de una clase totalmente de individuos, originarios de todas las clases sociales (usando criterios económicos) y que más que seres humanos parecen una jauría de hienas.

¿Cómo es posible que alguien sea capaz de atacar e intentar desvalijar a los carros de bomberos que acudían con suma urgencia a rescatar gente y apagar los enormes incendios que habían por toda Concepción? ¿Cómo es posible que ataquen una municipalidad donde se estaba coordinando la ayuda, o que se ataque un camión cisterna que repartía agua a cada casa equitativamente? Esos hechos efectivamente ocurrieron, y tras superar los parangones de cada una de la gama de emociones del ser humano, lo único que resta es la más absoluta perplejidad.

En nuestro país se le dice flaite a algo o alguien de escasa categoría, en un sentido despectivo y muchas veces usando un criterio económico. Lamento usar una expresión tan poco docta, pero me parece adecuado para denominar a un tipo de ser que no pertenece a un grupo humano vulgarmente denominado como vulgo, sino que está muy por debajo de eso. El flaite es esencialmente un ser humano que no tiene modales, que usa la violencia cuando no es necesario, que carece totalmente de educación y que es heredero de una cultura y moral prácticamente carcelaria. Son una afrenta para los sueños de la mayoría de la gente de escasos recursos económicos, que con mucho esfuerzo y humildad se gana el pan cada día con enormes sacrificios.

Son todo aquello que no debería ser.

Pero alto. El flaite no sólo es un individuo que ostenta la marca de sus zapatillas y polera como si fueran íconos o fetiches tribales, que en vez de ayudar a sacar a los agónicos supervivientes de un edificio derrumbado, se dedica a desvalijar los objetos de valor de los apartamentos en ruinas. El flaite es también aquél que en traje y corbata, tras pasar por la universidad, construye edificios con materiales que no cumplen la normativa de seguridad para incrementar sus beneficios; es aquél que tras una máscara de civilidad se junta con sus pares de la "competencia" para confabularse y establecer los mismos precios usureros en los fármacos en sus respectivas cadenas de farmacias; son los dueños de una empresa de transportes que piden a los dos conductores de un bus que sufrió un accidente y cayó a una grieta de 12 metros causada por el terremoto, que se queden en la mitad de la nada custodiando el bus accidentado por cuatro días, sin agua, víveres o comunicación, en vez de rescatarlos, asistirlos y facilitarles contactar a sus familias, o como se pudo ver, quien saquea en una enorme camioneta de lujo enormes cantidades de cosas de un supermercado.

La educación que imparte el estado no es efectiva precisamente porque la educación más primordial, la paternal, es ineficiente, inexistente o incluso abiertamente perversa.

Bienvenidos a Chile, país de doble estándar y en donde el saqueo ha sido ininterrumpido desde la llegada de los conquistadores españoles. En ese sentido, su mentalidad sigue perpetuada, latente en la mente de muchos aún: Tu oro o tu vida.

Tras el shock, estos días han sido profundamente tristes y amargas. Y pese a que era consciente de la realidad, no he podido dejar de sentir una sensación de decepción y vergüenza inconmensurable. Sólo puedo esperar que la obviedad y el descaro con que fueron cometidas las atrocidades logre desencadenar de una vez por todas una revolución, una reforma en la trama misma de la idiosincrasia de mi país y vengan así días mejores.

4 comentarios:

Helena dijo...

Creo que esto se debe al individualismo imperante, y a su forma de instrumentalizar al otro (ya que el otro empieza a ser un medio para mi y no un fin en si mismo)
La poca importancia que se le da la educación de la inteligencia interpersonal nos ha llevado a tener sujetos poco o con cero empatía.
Pero no solamente a la inter sino a la intrapersonal; la reflexión sobre el propio mundo interno, trae como consecuencia un darse cuenta que mi mundo interior no es tan dinstinto del mundo de otro, por tanto no me siento apartado sino que al ver fragmentos de mi en él me siento mucho más cercano.

Silent Enigma dijo...

Esa introspección que mencionas que permite identificarse con el resto es algo muy oriental, muy saludable y que no muchos practican hoy por hoy. Pero ¿porqué no está ocurriendo?
Yo creo que es por la dominación mental y el adormecimiento cerebral que ejerce el marketing, la farándula, el consumo, el fútbol, el alcohol, las drogas, etc. Alienaciones que apuntan a que la gente no se observe a sí mismas y se diluya en un otro más vasto pero de manera superflua.
¿Cuál es tu opinión?

Helena dijo...

La filosofía oriental tiene mucho que enseñarnos...
Mucha de la filosofía que denominamos "occidental" son formas distintas de plantear lo oriental.

Claro estoy de acuerdo que todo aquel adormecimiento mental tiene sus causas en aquello que mencionas, porque de algún modo se busca crear individuos con cero capacidad crítica y con cero capacidad de motivación para cambiar las cosas.
Por eso se les da caca, y la gente la consume en su pasividad.
Toda esta enajenación de los seres busca que no exista la unión entre los sujetos (porque la unión hace la fuerza) sino que impere la eterna competitividad entre ellos, ésta es la forma que se utiliza para anular al otro.
El capitalismo odia a las sociedades colectivistas y cooperativas, y creo que cualquier sistema- no sólo el capitalismo- impuesto por un sector pequeño (quienes controlan el poder de una sociedad) les molesta la existencia de entes críticos, capaces de tener la voluntad suficiente para no aceptar las injusticias y no dejarse manipular.

Silent Enigma dijo...

Somos nosotros mismos los que propiciamos un régimen oligárquico al no participar en política. Si la suficiente cantidad de gente empieza a participar, creo que es posible arrancarles la torta de sus garras.